Uno camina por calles que hace 21 años que no pisa y piensa:
Que el tiempo es como una apisonadora que todo lo arrolla.
Un día, siempre el mismo día -el Último día del año- llega la notificación de derribo:
“Tiene usted 24 horas para recoger sus enseres o pertenencias -tus recuerdos- Correspondientes al año -ponga aquí el año pertinente- antes de su inminente derribo.
Y así, poco a poco, van pasando años sin tregua ni misericordia, creyendo que 4 fotos, un puñado de cartas y algunos momentos lo vuelven todo indeleble, eterno y duradero.
Inmarcesible
Pero no es más que un bluf, una brisa de verano ahogada en el mar, un instante en el tiempo.
Y entonces sigo caminando y agradezco que algunos momentos, unos más que otros, me marcaran para hacerme, no quizás alguien mejor, pero si alguien que aprendió algo que necesitaba aprender.
Hoy pasé por un lugar donde dejé un pedazo de mi, y nos miramos de nuevo y sonreímos.
Que te vaya bien, me digo- le digo- se que en algún lugar ese tiempo se repite eternamente, como un eterno Ouroboros, donde todo está condenado a repetirse- lo bueno y lo malo- y que parte de mi felicidad de hoy en día también se gestó ahí.
Hoy sonrió, porque el tiempo, implacable, imparable y cruel, ha ganado un poquito menos esta batalla.
Daniel M. Givaudan.
Texto: Dmgivaudan
Música: Before You go, Lewis Capaldi.
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